Se trata de un templo
católico dedicado a la patrona argentina, “Nuestra Señora de Luján”, que está
ubicado unos
70 kilómetros
al oeste de
la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y fue construido entre 1887 y 1935.
Su arquitectura presenta un estilo neogótico característico y resulta llamativa
por sus dimensiones, ya que tiene una longitud de
104 metros, un ancho de
68,5 en el crucero y 42 en el frente. Además, tiene dos torres de
106 metros de altura,
con una cruz sobre cada una.
El imponente templo se ubica en la ciudad conocida como
Capital de la Fe,
cuya población supera los 70 mil habitantes, según el último censo. La génesis
de la basílica guarda relación con un mítico relato que sostiene que la imagen
de la virgen María –que aún se conserva en el altar- fue la que eligió el sitio
dónde detenerse y establecerse.
En una de sus jornadas más recordadas, el templo fue
visitado por el Papa Juan Pablo II, en junio de 1982, en plena Guerra de
Malvinas. En aquella oportunidad el Sumo Pontífice brindó una misa ante unas
700 mil personas.
El milagro inicial
Poco antes de 1630, un hacendado portugués residente en la
actual provincia de Córdoba solicitó a un amigo suyo, marino de oficio, que le
trajera de Brasil una imagen de la Concepción de María Santísima con el objeto de
venerarla en una capilla que estaba construyendo en su estancia.
Su amigo cumplió el encargo con creces y le trajo dos
imágenes, una que respondía al encargo y otra de la virgen con el niño Jesús
dormido entre los brazos. Tras llegar al Puerto de Buenos Aires, ambas imágenes
fueron colocadas en dos cajones y subidas a una carreta para continuar camino
por tierra.
Al llegar a las orillas del Río Luján, los troperos
detuvieron su marcha para pasar la noche en la estancia de un hacendado llamado
Rosendo sin imaginar que al día siguiente no podrían mover la carreta al
intentar retomar la senda. Luego de varios intentos, individualizaron la causa:
al bajar una de las dos imágenes nada cambiaba; sin embargo, al descender la
otra del carruaje, éste se movió sin dificultad.
Así fue que la imagen –según los relatos de la época-
“eligió” dónde quedarse y la entrega tuvo que completarse solamente con la otra
estatuilla. Entonces, Rosendo ordenó a un esclavo –identificado como el “negro
Manuel”- y que había sido testigo del milagro, el cuidado de la imagen.
Manuel dedicó los siguientes años a venerar la figura de la
virgen, manteniendo constantemente una llama encendida, y construyó una pequeña
y modesta ermita con paredes de barro, techo de paja y piso de tierra donde
estuvo colocada la imagen. La construcción de este primer templo finalizó en
1633.
Hacia 1671, una adinerada mujer de Buenos Aires llamada Ana
de Matos se acercó al cura de la catedral, Juan de Oramas, para pedirle o
comprarle la imagen. Entonces, se procuró un modesto Oratorio, junto a la casa
de Matos. Al cuidado del culto fue puesto el Negro Manuel, su fiel servidor.
En 1682, Matos cedió las tierras con la condición de que la
imagen estuviera perpetuamente allí. De esta forma, se convirtió oficialmente
en una capilla pública y pasó al dominio de la Iglesia católica. A partir
de allí, la estatuilla pasó por varios templos aunque sin abandonar la ciudad.
La construcción de la Basílica
La
Basílica fue construida entre el 15 de mayo de 1887 y 1935
por los ingenieros Alfonso Flamand y Rómulo Ayerza, y los arquitectos Ulrich
Courtois, Ernesto Moreau, Fleury Tronqoy, Sombrum, Trouve y Laspe. La piedra
fundamental se colocó debajo del altar mayor, a cuatro metros de profundidad.
La misma es blanca, originaria de Tandil y mide 1,22 metros de lado.
Su forma es la de un cubo con un hueco en el centro donde
fue depositada el acta fundacional, junto con monedas de distintos metales, los
retratos de los Papas Pío IX y León XIII, piedras de la Gruta de Nazareth y del
Monte Calvario, de las Catacumbas de Roma, de los Santuarios de Loreto, del
Pilar de Zaragoza, de Monserrat y de Lourdes, entre otras.
El interior
Detrás del altar principal, tallados en la piedra, resaltan
los nombres de algunos de los fieles que realizaron donaciones para facilitar
la construcción del edificio.
El 21 de noviembre de 1889, el padre Jorge María Salvaire
elevó una solicitud al Arzobispo de Buenos Aires Monseñor León Federico Aneiros
para emprender la pretenciosa obra. Desde allí hasta mayo de 1890, Salvaire se
dedicó a realizar estudios preliminares para el desarrollo de la obra.
Una vez aprobados los planos de Ulrico Courtois y Alfonso
Flamand, se iniciaron las obras el 6 de mayo de 1890. La excavación para el
sostén de la estructura de la
Basílica también estaba destinada para la cripta. Luego, se
comenzaron a instalar los rosetones y se terminó el muro del lado Este y Sur.
En el interior y en los talleres se estaba construyendo la escalera de mármol
que lleva al denominado Camarín de la Virgen. En 1896, en tanto, comenzaron a
instalarse los vitrales traídos de Bourdeaux.
En 1899 murió Salvaire -cuyo cuerpo fue sepultado en el Crucero
Oeste de la Basílica-
y fue sucedido en su cargo por el padre Brignardello. Ese mismo año, las torres
de los cruceros ya habían llegado a los 30 metros de altura y se
adquirieron los chapones para la parte posterior del edificio.
Las crónicas de la época detallan que para 1904 se habían
construido las dos terceras partes de la obra. Simultáneamente, arribaron 14
estatuas de mármol de Carrara, destinadas al altar mayor. Finalizadas las obras
del ábside, sus capillas, el camarín, el altar mayor y los dos cruceros, el 4
de diciembre de 1904 monseñor Terrero, Obispo de La Plata, inaugura las obras.
En esta misma oportunidad es trasladada la Imagen de Nuestra Señora de Luján desde el
Santuario de Lezica, su destino anterior, donde había permanecido desde 1763.
En 1905, fue instalado el gran órgano ‘Cavaillé-Coll’ de París, el más potente
de Buenos Aires, y los candelabros del altar mayor.
Las campanas
La
Basílica cuenta con 16 estatuas de los apóstoles y
evangelistas. Además, llegaron de Milán 13 campanas, con un peso total de casi
15 mil kilos. Entre 1922 y 1926 se levantan las dos torres completas y se
coloca dentro de ellas el campanario y el carillón con los relojes eléctricos.
En 1922 fallece el padre Davani y al día siguiente asume el
padre José María Gimalac, quien decide concentrarse en la construcción de la
torre Este destinada al gran carrillón. Para 1924 fueron bendecidas las
campanas, mientras que dos años después se terminó la colocación del armazón
metálico de la torre Este y fue inaugurada.
En 1935 se da por finalizada la obra de la Basílica, teniendo lugar
una serie de homenajes al padre Salvaire, a quien se le erige una estatua en la Basílica.
La visita de Juan
Pablo II
Seguramente 1982 es un año bisagra en la historia de los
argentinos. El epílogo de la más cruel de las dictaduras con un saldo de 30 mil
desaparecidos. La guerra de Malvinas y los chicos que dejaron su vida en las
islas. El mundial de España 82 donde Argentina no pudo defender su título de
campeón. Y la visita de nuestro país del Papa Juan Pablo II.
El Sumo Pontífice realizó, el 28 de mayo, una visita
apostólica a Gran Bretaña, que había sido acordada antes de que se desatara el
conflicto bélico. Luego, y sin demasiada preparación, el Papa realizó una
visita fugaz a la
Argentina.
El 11 de junio, el Papa arribó a Buenos Aires y poco después
de las 14 inició su viaje a Luján. En la Basílica, ante la imagen de virgen, Juan Pablo II
oró por la paz y le ofreció la “Rosa de Oro” que le había traído desde Roma.
Allí, celebró la misa con los cardenales, obispos y
sacerdotes presentes, ante una multitud compuesta por unas 700 mil personas.
Juan Pablo II pronunció una homilía en la que exhortó a imitar a Cristo, pidió
por los muertos en la guerra con Gran Bretaña y por la rápida terminación del
conflicto. ©