Los hábitos de la
sociedad argentina en torno a la automedicación son alarmantes: el 50 por
ciento hace mal uso de remedios y el 82 los consume de venta libre, aún sin
conocer sus contraindicaciones. Muchas publicidades de medicamentos las ocultan
o disimulan y los productos se exhiben en góndolas sin mediar recomendación de
ningún profesional de la salud antes de la compra. El flagelo provoca 700
muertes al año en el país.
La mitad de los argentinos adultos hace un mal uso de los
medicamentos, lo que causa la muerte de más de 700 personas y alrededor de 100
mil internaciones hospitalarias al año en el país, según una investigación del
Instituto Argentino de Atención Farmacéutica.
El ranking de la automedicación es liderado por analgésicos,
antibióticos, antiácidos y sedantes. Las cifras indican que el abuso de
medicamentos es la segunda causa de intoxicación atendida en hospitales,
después de la ingesta de alcohol y por encima de la cocaína y el paco.
En tanto, el informe ‘Una sociedad sobremedicada’, publicado
por la
Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), reveló que el 82
por ciento de las personas encuestadas (en Buenos Aires y Córdoba) toman
medicamentos de venta libre, aunque más de la mitad desconoce sus efectos
adversos.
Los especialistas advierten que este comportamiento es
consecuencia directa de su exposición constante a campañas publicitarias,
muchas de ellas con mensajes engañosos o que ocultan información importante
sobre sus riesgos.
Cifras que alarman
El informe “Una sociedad sobremedicada” reveló que el 82 por
ciento de los encuestados (residentes en las ciudades de Buenos Aires y
Córdoba) toma medicamentos de venta libre y que dos de cada diez los consumen
en forma diaria.
Además, según el relevamiento –realizado sobre un universo
de 1500 personas-, más de la mitad desconoce los efectos adversos que pueden
provocar los medicamentos; el 55 por ciento ignora el riesgo de las
interacciones con otros remedios; y el 35, no sabe del riesgo de toxicidad o
ineficacia de un medicamento vencido.
De la investigación que apuntó a indagar sobre el
comportamiento de la sociedad argentina ante la adquisición y uso de los
medicamentos, surgió que al 48 por ciento le recomendaron la toma de
medicamentos en el último mes y que en 44 de cada 100 casos el consejo provino
de un familiar. Además, el 40 por ciento de los encuestados opinó que el hecho
de que los medicamentos estén en góndolas sugiere que no hace falta consulta
con el profesional farmacéutico.
Otro dato revelador fue que la mitad de los consultados
admitió que -sin ser profesional de la salud- recomienda medicamentos; mientras
que el 54 por ciento manifestó que lleva usualmente medicamentos en la cartera,
maletín o bolsillos.
En cuanto a la exhibición de medicamentos en góndolas (que
en realidad está prohibida por ley), al 27 por ciento de los encuestados le
sugirió que son económicos; y a 28 de cada 100 que son inofensivos.
A la vez, el 65 por ciento considera que el control de los
medicamentos debería ser mayor y cerca del 45 por ciento opina que comprar
medicamentos en góndolas es perjudicial para la salud.
El relevamiento que fue presentado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en
el marco de la Jornada
Debate La
Sociedad y el Uso Responsable de los Medicamentos se realizó
en 2012.
La magnitud de la problemática
En su estudio acerca del comportamiento de la sociedad
argentina ante la adquisición y uso de los medicamentos, la Confederación
Farmacéutica Argentina advirtió que “la población tiene
cifras alarmantes de consumo de medicamentos de venta libre, en forma
permanente”. Y agregó que “se han transformado en consumidores crónicos, lo que
puede estar llevándolos, por desconocimiento, a esconder los síntomas de una
patología subyacente importante”.
Este accionar –aseguraron- es consecuencia directa de su
exposición constante a campañas publicitarias, muchas de ellas con mensajes
engañosos o que ocultan información importante sobre sus riesgos. “Se desprende
de los datos, que la sociedad argentina tiene una preocupante cultura de
autoconsumo y consumo sin control profesional”, advierte el documento.
Y desarrolla: “Los medicamentos de venta libre no requieren
receta médica, pero justamente por esta condición es necesaria la consulta con
el profesional farmacéutico ya que, contrariamente a lo que se ha pretendido
hacer creer a la gente, los medicamentos de venta libre no son inocuos, sino
que, como cualquier otro medicamento, tienen efectos adversos, algunos de
gravedad, además de provocar interacción con otros fármacos que la persona
pudiera estar tomando”, puntualiza.
A esto contribuye, además, la sensación, reflejada en la
encuesta de la COFA,
de que por estar exhibidos en góndolas, los medicamentos son inofensivos y que
al adquirirlos no hace falta consultar con el profesional farmacéutico y que se
pueden acopiar, aprovechando promociones, y tomar cuanto uno considere que
necesita.
Los medicamentos no son caramelos
“Adquirir medicamentos sin orientación profesional puede
constituir un grave riesgo. ¿Los argentinos somos conscientes?”, era la
consigna de la campaña ‘Nodolem400’, en la cual un falso medicamento -con
slogan y todo: “sana hoy, no mañana”- fue repartido en diferentes espacios
públicos.
“Contratamos actores y promotoras. ¿Qué pasó? Entregamos 50
mil muestras del supuesto medicamento en la vía pública. El 95 por ciento no
consultó de qué se trataba ni qué efectos tenía, ni quién era el fabricante.
Nadie preguntó sobre posibles contraindicaciones”, informaron desde COFA. La
prueba se desarrolló inicialmente en ocho puntos de la Capital Federal y
el Conurbano bonaerense.
En el interior de la aparente ‘muestra medicinal’ fue
colocado un caramelo y un mensaje: “Peligro. Si esto fuera un medicamento,
estarías poniéndote en riesgo. Adquirí medicamentos sólo en farmacias”.
Las conclusiones de la prueba indicaron que “el espacio
público está descontrolado” ya que se puede “repartir y vender cualquier cosa,
incluso veneno”. Que “la gente confía en un control inexistente”. Y que “no hay
conciencia del riesgo de adquirir medicamentos en cualquier lugar, ni de
tomarlos”. La primera campaña (realizada en 2011) puede verse en Internet.
La atención primaria, en el mostrador
Sobre la atención día a día en el mostrador, el farmacéutico
Horacio Corona comentó: “La gente consulta por todo; por ejemplo por
anticonceptivos, medicación para controlar la presión o el colesterol, aunque
al final por ahí no se medican. Con las farmacéuticas mujeres existen más
consultas por anticonceptivos, acá la consulta es más de varones y en las otras
más de mujeres”.
“La automedicación siempre se trata de evitar porque muchas
veces la gente no te dice todo porque se olvida o no te lo quiere decir”,
explicó.
E informó: “La mayoría de los clientes vienen por dolores e
inflamaciones o golpes, alguna urgencia, o alguien que se cortó y pregunta si
se tiene que dar la antitetánica. Ahí se lo consulta sobre cuándo fue la última
aplicación y se lo envía al médico. Dependiendo de la herida, con qué se la
hizo; con el dolor es distinto porque es neurálgico o muscular. Si el paciente
no quiere hacer un control, se le da la dosis mínima de antiinflamatorio y se
le dice que vaya al médico”, agregó.
Por último, Corona –cuya farmacia se encuentra frente a un
centro de salud- explicó: “Como estoy más cerca del hospital, es más fácil
mandar a alguien a la guardia. Hay otras farmacias donde un 30 o 40 por ciento
sale medicado porque no hay salas, o están colapsadas, sobre todo en la
periferia”.
La automedicación como estrategia comercial
El presidente de la Confederación
Farmacéutica Argentina, Ricardo Aizcorbe, sostiene que “el
análisis del consumo de medicamentos por parte de la sociedad argentina y una
serie de factores conexos nos llevan a concluir que existe una estrategia de
algunas empresas para aumentar las ventas de los medicamentos de venta libre
sacándolos del control profesional. Un primer paso fue el ‘switch’ que permitió
pasar cientos de productos de venta bajo receta a la condición de venta libre
con el mismo nombre comercial. Así se logró correr al médico. El segundo paso
fue desregular y sacar los medicamentos a la calle: kioscos, supermercados,
estaciones de servicio, trenes, ferias comunitarias, etc. Ahora están corriendo
al farmacéutico de su rol profesional como controlador de la dispensa. Así
mandaron los medicamentos a la góndola para que la gente se sirva sola, como
estrategia de venta”, lamentó.
Y agrega que “el medicamento es un producto de riesgo, por
eso está sujeto a vigilancia sanitaria. No existe el medicamento inocuo. Todos
tienen un grado de toxicidad y esto es especialmente sensible, teniendo en
cuenta que quien los toma está en una situación de vulnerabilidad. Es por eso
que se deben recibir todos los fármacos de manos del profesional y pedir
siempre su consejo”.
USO RACIONAL DE MEDICAMENTOS Según la OMS, el 60 por ciento de los países no lo incentiva ....................................................................................................................................................................... |
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó a los gobiernos nacionales para que tomaran medidas contra la automedicación con antibióticos, pues podría ocasionarse una epidemia de bacterias resistentes a estos medicamentos. La OMS informó que cerca del 60 por ciento de los países del mundo no aplican políticas básicas para fomentar el uso racional de los medicamentos, pues casi la mitad de los fármacos que se consumen y dispensan en farmacias y droguerías no son prescritos por un médico.Los analgésicos y los antibióticos son dos de los grupos farmacológicos más usados en la automedicación. “La venta y el uso inapropiado de los antibióticos conducen a un aumento en la resistencia de las bacterias a los antibióticos, con lo que se reduce el número de antibióticos efectivos, algo que resulta alarmante si se tiene en cuenta que en los últimos 25 años no se han descubierto nuevos antibióticos”, indicó la directora regional para Europa de la OMS, Zsuzsanna Jakab. La institución recalcó que, además de las consecuencias sanitarias del mal uso de los antibióticos, esta práctica supone también pérdidas económicas, pues las infecciones resistentes pueden ser cien veces más caras de tratar que las no resistentes. |
*Publicado en la edición # 180 de Revista Metro (Noviembre de 2013)