octubre 04, 2010

La escuela de rock, una opción que es furor entre los jóvenes

En sus pupitres, los alumnos cursan en simultáneo el bachillerato nacional orientado en Artes por la mañana y la carrera de música, por la tarde. Las vacantes son limitadas y está siempre llena.

Estimado lector, seguramente si se propone recordar sus tiempos de estudiante de escuela secundaria, es probable que se aparezca por su mente la imagen de algún amorío juvenil, las famosas rateadas colectivas –siempre vigentes–, algún profesor en particular o los económicos manjares del kiosco escolar. Una experiencia memorística diferente será la que, dentro de algunos años, experimenten los estudiantes de Palermo Sounder, un colegio porteño que en lugar de pupitres ofrece en sus aulas instrumentos musicales de los más variados. Esta entidad educativa –que a fin de año contará con su segundo grupo de egresados– permite que los jóvenes cursen en simultáneo el bachillerato nacional orientado en Artes –por la mañana- y la carrera de música con especialización en rock y pop, a la tarde.

“Los estudiantes de nuestro colegio, por sobre todas las cosas, son adolescentes en busca de su identidad”, explicó Adrián Ducard, director general del establecimiento que puede vanagloriarse de ser el primero en ofrecer este tipo de cursada a nivel oficial.

Así las cosas, quedó desactualizada la canción de los Auténticos Decadentes, que planteaba a un padre enojado con su hijo por su vocación musical al grito de: “Te voy a dar con la guitarra en la cabeza”. Ahora los chicos pueden espantar esos fantasmas de la cabeza de los mayores ya que si aprueban los cinco niveles de la carrera de música, obtendrán los diplomas de “Intérprete e Instrumentista de Música Contemporánea” y de “Técnico en Grabación y Producción Musical”, con certificados de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

Ducard analizó el perfil de sus alumnos: “Están en busca de sus capacidades, de ese ‘saber que quiero’, como todos los chicos”. Para el directivo, la única diferencia con los jóvenes que asisten a instituciones más tradicionales es “el camino que utilizan para llevar adelante la búsqueda”. En ese sentido, profundizó: “Quizás aquel que busca manifestarse a través del arte posee una sensibilidad mucho más expuesta, y eso lo lleva a sociabilizar y relacionarse considerando primordial el valor de la buena convivencia”.

La escuela de rock dicta sus clases en pequeños grupos, o a veces de forma individual, desde un enfoque “personalizado” que privilegia respetar las individualidades, conocimientos previos y los tiempos de cada alumno. “Aquellos que han tenido experiencias educativas anteriores deficientes y frustrantes, suelen sorprenderse a sí mismos y sorprender a sus padres con la recuperación del deseo y la curiosidad por el estudio”, afirmaron desde la institución.

Entre las materias obligatorias del plan de estudio se cuentan Lenguaje Musical, Ensamble, Canto, Técnicas de Grabación y el manejo de instrumentos dentro de los géneros: blues, rock, jazz, bossa, Tango y Folk.
Ducard celebró: “Han egresado chicos con mucho talento compositivo y gran capacidad instrumental. En muchos casos siguieron vinculándose luego de dejar el colegio. Pero sin duda han pasado y siguen pasando por nuestras aulas, chicos con un don especial para la música”. Desde el inicio de este proyecto, hace seis años, los profesores observan un aumento paulatino en las inscripciones.

Si bien el director asumió que “la difusión y la publicidad juegan un rol muy importante”, también reconoció que al principio ayudó más “el boca a boca”. Igualmente, el crecimiento cuantitativo tiene un límite puesto que las instalaciones del colegio permiten un máximo de 95 alumnos. Situación que provoca que todos los estudiantes se conozcan y convivan en un ambiente reducido. “Si no podemos hacer las cosas bien en nuestro pequeño mundo, poco derecho tendremos a reclamar por el mal accionar del resto. Donde pongamos amor, cosecharemos amor, y si logramos formar buenas personas, ya muchos más irán entendiendo, que la música es una alternativa fiable”, analizó el director.

¡Qué maestro!

Pasaron por el colegio para dar algunas “clases magistrales”: el guitarrista Miguel “Botafogo” Vilanova; el baterista Daniel “Pipi” Piazzolla; los ex Vox Dei, Willy Quiroga y Carlos Gardelini; el ex Manal Claudio Gabis; el armoniquista Carlos Lucero; y el bajista Alejandro Giusti.



Compañeros de banco

Dos de las bandas más representativas del rock argentino fueron conformadas por músicos que se conocieron mientras cursaban el secundario. Se trata de dos clásicos como Almendra y Sui Generis. 

Los autores de Muchacha (ojos de papel), Rutas argentinas, Plegaria para un niño dormido y Tema de Pototo, fueron compañeros en el Instituto San Román, del barrio porteño de Belgrano. Allí, Luis Alberto Spinetta, Edelmiro Molinari, Emilio Del Guercio y Rodolfo García se conocieron sin saber que darían vida a una de las bandas fundacionales del rock nacional, junto a Los Gatos y a Manal.

La historia de Sui Generis también registró sus inicios en un colegio, con la fusión de dos bandas acústicas juveniles, que se hacían escuchar en escuelas del barrio porteño de Caballito. De esta forma, Charly García conoció a Carlos Alberto “Nito” Mestre. El dúo, entre sus éxitos, interpretó: “Confesiones de invierno”, “Mariel y el Capitán”, “Natalio Ruiz”, “Para quién canto yo, entonces”, “El tuerto y los ciegos” y “Fabricante de mentiras”.

Una historia de película

En 2003, las salas cinematográficas del mundo recibieron una nueva cinta estadounidense. En este caso se trató de ”Escuela de Rock”, una película dirigida por Richard Linklater y producida por Paramount Pictures que cuenta la historia de un músico de rock que –buscando dinero para pagar el alquiler de su casa– consigue trabajo de profesor en una escuela haciéndose pasar por un amigo docente.

Una vez en la institución educativa, decide enseñar a los niños a tocar en un grupo de Rock, incentivando la creatividad de los estudiantes, que resultan tener gran talento musical.