junio 15, 2010

El jardín Arrorró: una segunda casa para más de 100 chicos

Todos los días reciben a un centenar de niños y les brindan alimentos y contención mientras sus mamás salen a trabajar. Las maestras son otras madres. 

“Hacer que los chicos se sientan en su casa” es el objetivo del jardín de infantes comunitario Arrorró, de Temperley, que brinda contención a niños de entre 2 y 5 años, en las horas en que sus familiares “no pueden cuidarlos”, según contó la coordinadora del lugar, Marta Alvarenga, a La Unión.

Hace 20 años un grupo de mujeres se juntó para organizarse y cuidar a los chicos mientras que las mamás salían a trabajar. Esas personas conformaron la entidad Mujeres de la Comunidad (MudeCo) y dieron vida al jardín Arrorró.

La institución, junto con otras seis, forma parte de la Red de Jardines de la Fundación de Organización Comunitaria (FOC). “Empezamos sin nada, fuimos gestionando espacios propios para poder armar un lugar para los chicos. Le pusimos mucho esfuerzo y ‘pilas’ para golpear todas las puertas que se podían. En un principio, traíamos jarros y cucharas de las casas”, recordó Alvarenga.

El jardín -que ofrece a sus alumnos desayuno, almuerzo y merienda- es coordinado por madres “cuidadoras”, que cumplen el rol de la maestra. Por no contar con docentes, el título que otorga la institución a sus egresados no es reconocido por el Estado, aunque la referente, y presidenta de MudeCo, avisó que están “en un proyecto para poder insertar maestros dentro de los jardines” y así acercarse a los requisitos legales.

Igualmente, la versión comunitaria de un jardín de infantes es diferente a la convencional, ya que “lo comunitario incluye un trabajo mayor con la familia”, explicó Alvarenga, que amplió: “todo lo que no hace el docente, porque tiene una planificación estricta, lo hacemos nosotros, que incluimos a los padres. Los acompañamos cuando nos enteramos de circunstancias familiares complicadas para que los pibes no sean afectados”.

Un día cualquiera en el Arrorró comienza cerca de las 7 y no se sabe hasta qué hora se prolonga, ya que las madres cuidadoras se quedan en el lugar hasta que retiran al último pibe. Las actividades incluyen mucha conversación con los nenes, además de organizar juegos para que aprendan y se entretengan. “Charlamos con los chicos para que se sientan cómodos porque para muchos este espacio representa su casa”, confió Alvarenga.

“Cuando sos chico aprendés todo lo que te enseñan, y los pibes no se olvidan nunca de lo que les diste cuando eran chicos. A veces pasa que los cruzás de grandes, te abrazan y te dicen lo importante que fue para ellos”, confesó la referente, emocionada.

En la actualidad, el jardín Arrorró está esperando que la administración municipal apruebe la participación en planes deportivos locales. Para la referente es “muy importante porque los chicos crecen y se alimentan del deporte, que es una parte de su formación”.

La institución, que está ubicada en Anchorena 4566, recibe apoyo económico estatal para costear los gastos alimenticios de los 110 niños que asisten al edificio, que fue refaccionado porque antes era una casa vieja.

El jardín está “abierto a donaciones”, avisó la coordinadora, que expresó: “hasta unos lápices nos vienen bien”. El teléfono del Arrorró es 4260-2102.

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