agosto 24, 2010

Malvinas, La pelea después de la guerra

A 28 años del conflicto bélico con Gran Bretaña, los ex combatientes aún tienen reclamos hacia la sociedad y el Estado. La cantidad de suicidios post-guerra ronda los 400 casos, mientras que los caídos durante el conflicto fueron 649. Las dificultades para conseguir trabajo y el acceso a la salud, son algunos problemas que afrontan.


“Quienes fuimos a Malvinas sufrimos dos guerras. La primera, entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982; y la segunda la empezamos a vivir cuando volvimos”, graficó Roberto Piccardi, un ex combatiente que partió hacia el sur, con sólo 19 años, cuando le faltaban apenas días para terminar el servicio militar obligatorio.

Piccardi fue enlistado en el Ejército, al igual que Jorge Luis Bonelli, el otro veterano de guerra que dialogó con El Cruce para evaluar la situación actual de quienes participaron del conflicto bélico hace 28 años.

Los dos son socios de la Comisión de Enlace de Veteranos de Guerra de Lomas de Zamora, donde tienen un museo pedagógico llamado “Malvinas siempre argentinas” que utilizan para dar charlas y compartir sus experiencias con alumnos de escuelas bonaerenses.

Las historias que vivieron en carne propia son narradas a los pibes con la intención de “buscar un traspaso generacional, para que no se repita lo que pasó”, coincidieron.

Recuerdos amargos

Durante el último gobierno militar (1976-1983) el servicio militar era obligatorio para todos los varones argentinos que se acercaban a los 18 años. Podían ser designados a cualquiera de las tres Fuerzas (Aérea, Naval o Ejército).

“Una vez que te asignaban  te preguntaban qué sabías hacer”, recordó Bonelli, que contó que él fue “chofer en la vida militar de Buenos Aires” hasta que partió rumbo a Malvinas. Allí todos ocuparon “puestos de infantería”. Según el relato del veterano, la tarea de los conscriptos en las frías islas consistía en “defender un territorio” montando guardias.

“El equipamiento no era el adecuado”, continuó. ¿La explicación? “Cuando los ‘milicos’ (con Leopoldo Galtieri a la cabeza) vieron que las negociaciones en la ONU, tras la recuperación argentina de las islas, no iban bien, comenzaron a mandar más tropas, y lo hicieron sin un mínimo plan de logística”.

El relato de los dos ex combatientes coincide en que fueron enviados sin las ropas adecuadas para el frío que hace habitualmente en el sur argentino entre abril y junio; con pocas municiones; sin las viandas que correspondían; y con una cantidad, y calidad, de armamentos muy inferiores a la que tenían los ingleses.

Piccardi reveló que “algunos de los conscriptos no llegaron a completar ni un mes de adiestramiento, ni juraron la bandera, y fueron a defender las islas”. En sintonía, Bonelli  agregó: “Nosotros les terminábamos explicando a los más chicos cómo desarmar un fusil y cómo hacer una fosa”.

El desenlace del conflicto bélico concluyó con la rendición celeste y blanca, y se cobró la vida de 649 jóvenes argentinos. Los que volvieron, sin embargo, no fueron recibidos con reconocimientos al valor que habían demostrado ante las desventajas tácticas y armamentísticas: fueron ocultados.

“Tuvimos que soportar el olvido y el abandono de la ‘desmalvinización’. Fuimos objeto por parte de las autoridades de un gran desprestigio”, narró Piccardi, sin poder evitar indignarse. “Primero fueron las autoridades de la dictadura,  hasta que volvió la democracia, pero después no supieron qué hacer con nosotros tampoco”, se lamentó su compañero.

Los reclamos

En 1984 fue sancionada la Ley 23.109, que contemplaba un análisis médico para todos los que habían participado de los enfrentamientos con el Reino Unido. Sin embargo, nunca fueron realizados los controles.

Al respecto, Piccardi reflexionó: “Producto de esta ‘desmalvinización’ 400 compañeros decidieron quitarse la vida. En muchos casos fue por el olvido, por el abandono y la falta de un reconocimiento médico, que quizás a tiempo hubieran evitado un montón de esas situaciones”.

Tan excluidos estaban que era complicado conseguir un trabajo: “Muchos compañeros 
tuvieron que cambiar su documento porque el anterior decía que habían participado en la guerra de Malvinas y no les daban ‘laburo’. Recién a partir del cambio comenzaron a conseguir trabajo”, recordó Bonelli, poniendo al descubierto la marginación que sufrieron.

Tanto el retorno a la vida civil, como el ingreso al mundo laboral eran tareas difíciles, y durante una década no cobraron ningún tipo de pensión estatal. Fueron “etapas, como batallas dentro de esta segunda guerra”, figuró Piccardi. En 1992 comenzaron a percibir una cuota mensual por parte de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS), aunque nunca recibieron ningún reconocimiento económico retroactivo por los 10 años de abandono anteriores. “Es una deuda que seguimos teniendo y por la que seguiremos luchando”, anunció Bonelli.

La situación laboral con el tiempo fue encontrando parches, y desde hace algunos años el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires incorpora a los veteranos como auxiliares de portería en las escuelas.  

En materia de salud, la situación no fue más sencilla ya que gran parte de los combatientes tienen los mismos diagnósticos. Es el caso del “Trastorno de Estrés Post-Traumático”, que afecta a quienes hayan atravesado una situación extrema como una guerra, y que debe ser supervisado bajo tratamiento psiquiátrico o psicológico. Otra de las afecciones comunes tiene que ver con las somatizaciones, que se expresan a través de trastornos digestivos o de la piel. 




- Publicado en la revista El Cruce de agosto de 2010